Cerro de la Laguna de Yala

AUTOR: Alfredo Gambier

LUGAR: Laguna de Yala
PROVINCIA/PAIS:
Jujuy, ARGENTINA
FECHA:
Enero de 2003
 

A quince kilómetros de San Salvador, por la ruta al norte, nace el camino hacia las lagunas de Yala. Corre al principio paralelo al torrentoso río Yala por el valle del mismo nombre. El valle es pequeño y tiene un húmedo microclima con mucha vegetación.En los meses de verano, estación de las lluvias, las cumbres de los cerros cercanos (varios de mas de 5000m) permanecen entre nubes la mayor parte del tiempo. Desde la ruta 9 hasta las lagunas de Yala hay 12 km. Los primeros tres son asfaltados y con un desnivel de 100m y los nueve restantes son de camino de cornisa mejorado, con mucha piedra suelta y con un desnivel de 700m. 

Hasta las lagunas se puede llegar a pie, en bicicleta y en auto. El remis desde San Salvador cuesta diez pesos aproximadamente.

Desde la cabecera laguna “Potrero de Yala” (24° 06´ 08” S, 65° 29´ 06” O, altitud 2000m) donde hay un puesto de guardaparques y última oportunidad cómoda de cargar agua, mirando hacia el norte, puede verse un abra en forma de V, conocida como Abra de Lozano (no es el Abra de Lozano que figura en la carta 2566-5-1). Hasta allí hay que llegar para luego subir por el filo hacia el oeste. Bordeando la laguna por su margen derecha, se pasa por un playón a veces barroso y luego la senda se interna en una selva bastante tupida, donde se pierde la vista del objetivo (la V). Aquí hay que mantener el rumbo cuidadosamente, ya que hay sendas marcadas por el ganado que se apartan de la ruta a seguir. A medio camino hay una roca de aproximadamente un metro de diámetro (24° 05´ 12” S, 65° 29´ 02” O), de donde parten tres sendas. Hay que elegir la del medio, que llega hasta el abra, cuya posición es 24° 05´ 04” S, 65° 28´ 55” O y su altitud 2450m.

Desde el abra se ve para el otro lado el valle del Río Lozano, con laderas muy verticales, una cascada de 400m cuyo ruido acompaña durante un buen rato. Desde allí hay que seguir el filo hacia el Oeste, cuidando de no perder de vista por mucho tiempo las lagunas de Yala hacia la izquierda, siempre en dirección a la cumbre: 24° 04´ 53” S, 65° 30´ 07” O, altitud 3000m. (dos puntos intermedios: 24° 04´ 58” S, 65° 29´ 17” O y 24° 04´ 53” S, 65° 29´ 40” O). En el camino hay varias cumbrecitas y la mayoría se pasan por arriba. En la cumbre hay una apacheta donde puede encontrarse un frasco cilíndrico de plástico donde está el libro de cumbres. Dentro del mismo hay lapicera y cinta para volver a sellarlo. Los paisajes desde la cumbre son maravillosos: Al este se ve el filo por el que subimos, al SE está la ciudad de San Salvador de Jujuy y al NE se ve el Rio Grande y la desembocadura en él del Río Lozano, al norte el Morro del Queñual, al sur el filo del Cerro Agua Caliente y al oeste continúa el filo hacia el Cerro Blanco, de 4845m, desde donde podrá verse el Chañi, de 6200m. Entre el Blanco y el Chañi, un poco hacia el sur está el Azul de 5036m. Desde la cumbre del Cerro de la Laguna, puede continuarse sin inconvenientes por el filo hasta el Cerro Blanco, lo cual llevará un día más de marcha entre ida y vuelta.

Hasta la cumbre del Cerro de la Laguna, de 3000m, pese a que en un cartel ubicado en las lagunas se le atribuyen 3700, puede llegarse desde la laguna Potrero en tres o cuatro horas y volver en dos o tres. Conviene llevar abrigo y comida como para pasar la noche, por las dudas. Hay señal de celular en varios puntos, incluida la cumbre. Las posiciones están en WGS84.

En enero de 2002, bajando de 3500m a los 3000m por un camino equivocado, apenas cinco grados de diferencia con la ruta, llegué a un precipicio que cortaba el aliento y me vi obligado a volver sobre mis pasos, pero se acabó la luz y tuve que pasar la noche al sereno sin abrigo suficiente ni linterna, cosa que nunca más volverá a sucederme. En esa salida comprobé lo de las sendas que no llevan a ninguna parte y me perdí varias veces. En algunas volví hasta encontrar de nuevo el camino y en otras arremetí contra la vegetación, haciendo mi propio camino. No les recomiendo esta actitud. En enero de 2003, aplicando un poco más el cerebro, las cartas y los instrumentos, no tuve ningún inconveniente.

 


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