Ascenso al Nevado Tres Cruces

AUTOR: Eduardo Sibulosky

LUGAR: Nevado Tres Cruces
PROVINCIA/PAIS:
Catamarca, ARGENTINA
FECHA:
Noviembre de 2003

 

 

 

 INTRODUCCION

 

 

Estoy regresando a Buenos Aires, noche de 6-7 de Diciembre y voy deseando poder escribir  en algún momento de las “aventuras” y “risas” de la expedición al Cerro Tres Cruces. Durísimo.

 

Mendoza, ciudad que me atrapó hace tiempo, esta vez la dejé con mi amigo Fernando, mal, un proyecto de vida y de repente casi nada. He tratado de ayudarlo, hacerle “el aguante”.

Hermanito, te entiendo.

Hacer planteos y tratar de convencerme y convenserlo que a nuestra edad tenemos que tratar de plantear la vida desde nosotros mismos y que el resto debe acoplarse, salvo los hijos que son especiales, únicos. Lo ideal, lograr no enamorarse, pero en lo profundo de mi, sé que es dificil.

Igualmente los sueños no hay que enterrarlos.

Espero y estoy seguro que va a superar esta “cagada”, el tiempo es sabio y el Barbudo sabe de los caminos que tenemos que recorrer.

 

Regreso y no sé que será de ahora en delante de mi vida. Espero que no me toque la varita de la soledad y la angustia.

 

Día 12 de diciembre

 

Estoy escribiendo, no he podido todavía incorporarme a la vida normal o a la que se llama normal y como no quería que ocurriese, me ha tocado la varita de la soledad y la angustia y a todo esto le agrego el dolor, que viene por el lado de mi padre. Está muy enfermo.

 

Llegó la situación que muchas veces imaginé. Cuando los queridos “viejos” se empiezan a despedir sin darse cuenta y me acuerdo del Barbudo y me doy cuenta que no tengo fuerzas en este momento para éstas cosas, siento que me van demoliendo y a veces aparecen algunas culpas, que se yo.........pero es que quiero que esto termine rápido, por todos.

Lo miro y quiero entrar en sus profundidades, cosa que creo poder hacer, en parte, y se me agranda el dolor.

 

El resto.............Sigo sintiendo la soledad. Tengo tantas cosas lindas y no las sé, tal vez, valorar. La cagada, esa soledad que a veces siento, y lo lamentable, el no corresponder. Lo bueno y mejor, mis hijos y los entrañables amigos.

 

 

EL RELATO

 

COMENTARIOS

 

Este es un escrito que intenta complementar y ampliar el de Fernando y como siempre lo hago para mis amigos, para mí e intento  volcar  lo que voy  sintiendo. Fernando hizo el suyo, es como mi ayuda memoria, pués él tubo la constancia de ir escribiendo todos los días.

Formamos el grupo Fernando Santamaría (jefe del grupo), Eduardo D´Angelo (el médico), Caludio Giallorenzo, Darío Tharskeslian y yo, Eduardo Sibulosky. Del grupo que fuimos al Pissis “el nuevo” es Darío.

 

Esta salida comienza cuando subimos el Cerro Pissis, el año pasado, pero sin saber que ibamos a hacer el Tres Cruces. En ese momento, de lo que estábamos seguros era que ibamos a ir a otro cerro y apareció éste que según el relato de Darío Bracali, “..la ruta por el Norte, a la cumbre principal, es la normal más exigente de la Puna..” y es verdad, y no solo lo digo yo, sino que lo dicen mis amigos con su tremenda experiencia.

 

A pesar del tiempo que va pasando me surgen al principio casi las mismas cosas, como en todos los viajes, no aprendo. Salgo un poco angustiado y triste. Es como algo que tengo dentro, que hace que salga igual, como si fuese una obligación la de partir y no es así. Con los miedos de siempre y en la búsqueda infinita de sentir profundamente, vivir.

Este año estoy un poco mas en paz, pero con esa inquietud, ese cosquilleo interior muy difícil de controlar.

 

Siento y pienso en mis hijos, ahora particularmente en Fer, en sus “quilombos con matemática, lengua y el resto”. Pauli, ya esta en otra, como dicen los pendejos “ya se cortó”.

 

Una parte importante para este viaje fue el entrenamiento y la constancia de todo el año, el motivarme con una meta, que no es cercana, sino que hay que esperar meses. El resto como siempre, todo a último momento, conseguir días de vacaciones que no son vacaciones, son expediciones. Se dan circunstancias que no solo pasan por los resultados, sino que es el riesgo, la vida  y la aventura.

 

SABADO, 20 DE NOVIEMBRE

 

Salimos con Darío de Buenos Aires y  a las 9.30 hs estabamos en Mendoza. Fernando y Eduardo esperándonos en el Aeropuerto. Verlos, gracias a Dios siguen iguales. Son mis amigos y llenos de una alegría contagiosa.

Para comenzar, un asado de bienvenida en lo de Claudio y al día siguiente partir.

 

DOMINGO, 21 DE NOVIEMBRE

 

Después de los quilombos y el orden y los “..pero,pero,........ y falta tal cosa.......y la puta que lo.....”, salimos y ya al partir comienzan las risas.

Darío, alías Shreck, con sus eruptos, que serían una constante al igual que el “olor patas”,je ,je, je y el resto con pedos, bajar rapidamente la ventanilla y según el “tema” sacar la cabeza fuera de la camioneta. Huevadas y el saludar a “nadie” de Eduardo. Los dialogos, otra constante. La “escarapela planchada”.....je,je,je,je......y así llegamos a Tinogasta. Ver la Casa del Molino Knes, a Pablito.

Pensar que creía que no iba a volver a ver esa casa y aquí estoy. Nunca se sabe nada.

 

Cenar en un boliche de Tinogasta, disfrutar de la noche, del vino y las “huevadas” e ir a dormir en la paz de esa casa, fresca, rodeada de plantas, olivares añejos y el sonido del canal de riego.

 

LUNES, 22 DE NOVIEMBRE

 

Ya ha esta altura del viaje las angustias añejas van desapareciedo, las fui perdiendo, ya estoy disfrutando, casi a pleno, estoy en mi “salsa”.

 

Pacífico y hermoso desayuno en el patio, debajo de los olivares. Comiendo damascos caídos en el piso, compota y dulce. Tranquilidad absoluta. Luego los preparativos para salir, ir a Tinogasta a hacer compras de las cosas que faltan, el clásico pan casero y cargar la camioneta.

 

Recorrimos el mismo camino al Pissis. Fiambala, Guanchín, Loro Huasi con sus formas y la Angostura, siempre impresionante, donde recién en este viaje pude apreciar su belleza con sus colores rojos y negros, lo salvaje y natural del paso.

Ver Pastos Largos, la entrada con las formas blancas al costado del camino que indica el acceso del camino al Pissis...y los recuerdos.

El Puesto de Cortaderas, hoy abandonado, una lástima y llegar al refugio de Las Grutas. Gendarmeria lleno, pues todos los que estaban en Cortaderas están ahora asinados en este pequeño lugar, así que vamos al refugio de Vialidad, a pocos metros. Un lujo de refugio, con colchones super confortables, cable, cocina, baños, etc.. Luz de las 20 hs a 24 hs y una perra hermosa.

 

Ver el Cerro San Francisco, la mole del Incahuasi y la alfombra de un amarillo que solo pueden lograr los coirones. Ver vicuñas, burros y la soledad casi total. Tratar de encontrarse con uno mismo y llenarse de ese paisaje.

 

Esa noche hice pizza a la parrilla en Gendarmeria, a 4100 mts. Al igual que el año anterior, todo lo que no hay que hacer a esa altura para aclimatarse, nosotros lo hacemos, el año pasado fue asado y vino y ahora pizza y vino. Risas y “Jose Colaboro”, nuevo apelativo del Dr. D´Angelo, del cual existen fotos patéticas del estado en que se encontraba.

Me ayuda Claudio y “El Indio” de vialidad, para hacer las pizzas. No lo podían creer que se podían hacer a la parrilla.

Toda gente que trabajan en esta soledad, casi como si fuese un retiro.

 

MARTES, 23 DE NOVIEMBRE

 

Noche dura, con dolor de cabeza, la suma de la puna y el vino no es buena, pero.......el espíritu lleno.

 

El Armenio estaba jodido, fue al que más le pegó, por suerte a las 16.00 hs mas o menos estabamos todos bien y recuperados, haciendo huevo, mirando, respirando el paisaje inconmensurable

Hoy, mientras escribo, lo tengo presente, lo veo en mi cabeza.

 

Caminamos a los alrededores tratando de encontrar algún vestigio de las culturas indigenas que vivieron por aquí, los Incas. Aparecen, según Claudio, restos de flechas y se ven pequeños restos de vasijas de arcilla.

En nuestro país, no se hacen estudios serios, no hay investigación, ni se realizan políticas conservacionistas, ni de reciclajes, salvo algunas excepciones como los temas referidos a las iglesias, que se pueden ver a lo largo de todos los pueblitos que fuimos visitando en nuestro viaje. Iglesias en perfecto estado de restauración y conservación y la gente vive en casas casi destruidas, de adove, especial criadero de vinchucas, uno de los ejemplos que se me ocurre es Anillaco de Catamarca.

 

Luego de esta caminata nos fuimos a un baño termal, camino a la base del Incahuasi, en esa pequeña pileta cubierta en el medio de la nada, desnudos, nos pasamos un buen tiempo hundidos hasta el cuello, pués saliendo hacia mucho frio y del cual no escapamos cuando nos tuvimos que secar y cambiar. Mucha risa, excelente buen humor, mucha diversión y en consecuencia buen estado de animo. Mucho disfrute y a todo esto “la foto”.

 

MIERCOLES, 24 DE NOVIEMBRE

 

Muy buen día. Yo siempre durmiendo y despertándome con una molestia en la cabeza, pero al comenzar a moverme se me va. Las pulsasiones creo normarles en ésta etapa de la aclimatación, salvo Fernando que “no tiene pulso”, está como si no existiera la altura.

 

Fernando lleva a dos “tanos” y su moto lo más cerca que puede de la base del Incahuasi, Darío y yo nos enganchamos en el viaje pues no conociamos. Había viento y “apretamos” la moto con piedras. Nos despedimos de los tanos que iban intentar subirlo. No supimos como les fue. Regresamos, cenamos y vimos el partido de Boca contra los brasileros. Esa noche todos fuimos de Boca y eso que yo soy de Independiente, y me acordé de mi hijo que es de Boca.

 

UNO DE LOS TANTOS EPISODIOS

 

No sé que día de estar en este refugio, en un desayuno Fernando “chupo” la cuchara de la mermelada, inmediatamente D´Angelo reacciona...

D - Como podes hacer eso?

F - No jodas

D - Mira si yo escupo o le hecho un aliento a la mermelada

(Cosa que hace y se arma un debate......que si....que no...que que se yo........no jodas)

F – Mira de que te quejas. Si habrás osicado con esa jeta en cualquier lugar y de cualquier mujer.....

 

En ese instante se escucho a uno de los muchachos de vialidad, que estaba desayunando pacificamente, como se ahogaba con su café y tostadas, no paraba de reirse y toser. Carcajadas generales y mas debate... je.je.je.je.

 

JUEVES, 25 DE NOVIEMBRE

 

El paisaje en que estabamos metidos era impresionante. Ese entorno, el silencio, el sol, la noche, la luna, las estrellas, el frío, los colores......paleta de colores, toda la gama de amarillos, marrones, grises, toques rojos y negros y el amarillo que siempre se destaca, los coirones. Los animales que viven aquí, grupos y manadas de vicuñas que nos miran asombradas y luego se largan a correr y con velocidad. Que pulmones! Como corren así a esta altura?

En algún momento Darío me dice “..ya justifico el viaje con lo que me he divertido y visto, no importa si llego a la cumbre....”.

 

Salimos de Las Grutas hacia Maricunga. Nos despedimos de los muchachos de vialidad, Germán y Ramón y dejamos saludos al Indio Ricardo, saludamos en Gendarmeria y prometiendo enviar fotos de la famosa pizzeada.

 

Aquí, conocimos un grupo de cordobeses que estaban intentando subir el San Francisco, pero todos muy separados, unos en Las Grutas, otros en un refugio y otro intentando subir. Un grupo muy dispar.

 

Llegamos a la frontera con Chile, desierto puro. Termina el pavimento de la ruta Argentina y comienza el camino de suelo-sal Chileno.

Aquí, en el refugio, encontramos a uno de los cordobeses que faltaban, el otro estaba subiendo solo.

En la frontera están los escudos y  nombres de los dos países, y lo que siempre me llama la atención del escudo Chileno: “Por la razón ó por la fuerza”.....realmente preocupante.

 

Aquí existe un monolito o hito. Es increible que por el año 1536 anduvo en una expedición un español, Diego de Almagro, que descubrió Chile. Este personaje, ladero de Pizzarro, tuvo que mucha fuerza para llegar a este lugar y cruzar; aquí  hay mucho viento, hace mucho frío, estamos a 4700 mts sobre el nivel del mar, en Paso San Francisco, el cruce fronterizo mas alto entre Argentina y Chile. Su incentivo, la conquista, el oro, el poder, luego muere ejecutado por su antiguo compañero, Pizzaro, en la disputa por Cuzco.

 

Seguimos camino y comienza a aparecer Laguna Verde y el puesto de control de Carabineros. Laguna Verde, mas que verde es turquesa, esmeralda, rodeada de montañas y desierto. De este lado no existen los coirones, solo desierto. Se ve el Cerro Ojos del Salado, la tercera montaña mas alta de America, mis amigos me dicen “..mira, por aquel glaciar se sube....aquella es la ruta a la cumbre, que es el pico del medio...”. Seguimos camino al Centro Frionterizo de Maricunga para luego regresar hasta internarnos en el desierto y aproximarnos a la base del Nevado de Tres Cruces, al cual habíamos observado en silencio desde la ruta y veíamos en la cumbre principal su “corona” de piedras gigantes, los bulders.

 

Guiados por el relato de Darío Bracali, mapa y GPS e intercambio de datos entre Claudio y D´Angelo, andando por el desierto de arena volcanica, la noble Toyota nos lleva al Campamento base, Confluencia (5095 mts). Desierto puro, el sol nos estaba dejando, atardecer y aparece el frío acompañado del viento.

 

Estamos lejos de todo, estamos solos, somos nosotros los únicos en ese lugar.

 

Mientras armamos las carpas, Claudio comienza a dar forma a una pirca para protegernos un poco del viento, luego todos colaboramos con el acarreo de piedras. A está altura todo cuesta mucho, agacharse, caminar, levantar una piedra y llevarla, hacer fuerza, la cabeza late y duele. Falta un poco el aire, pero en general estamos bien, salvo Darío que ya comienza a dar indicios que estaba siendo afectado por la altura.

 

Noche muy buena, buen tiempo, buena luna y aparecen los pensamientos.

Contemplación, lo que se mete dentro de uno y lo que implica para cada uno de nosotros.

Vivo, me siento especial, en contacto con esta naturaleza que me recibe, nos recibe, y me permite vivirla. Dura y hermosa, siempre fascinante. Hace que mi vida interior crezca...y tener la pura aventura.

 

VIERNES, 26 DE NOVIEMBRE

 

La noche anterior Claudio y Fernando preparan la Toyota para que nos espere a nuestro regreso. Tapar bien la bateria, protegerla. Ya el año pasado, en el Pissis, por no protegerla y un poco agotada, tuvimos que empujar y en altura eso es durísimo pero resultó cómico, pues empujabamos unos metros y caíamos como mosca en el piso a recuperarnos. Lo bueno fue que arrancó.

 

En una carpa estaba Fernando y Eduardo, en la otra Claudio, Darío y yo. Dormimos bien, nos levantamos. Yo, como siempre, con mi molestia en la cabeza y por suerte enseguida de levantarme y al moverme un poco se me pasaba, si bien por la noche a mis habituales remedios le agregué un paracetamol.

Claudio bien, y Darío sigue afectado por la altura.

Desayunamos, repartimos  las cargas, distribuimos la comida y lentamente desarmamos el campamento para partir al medio día hacia lo que sería el Campamento 1.

Todo parece cerca, el lugar elegido para ese campamento, la cumbre, pero como bien dice Fernando en su relato, “... la cosa no fue tan así...”.

Como dije salimos al medio día (12 hs) y fuimos llegando al lugar elegido por Fernando para acampar a las 18.00 hs aproximadamente, estabamos a una altura de 5800 mts. No hay alternativa para acampar antes, ni se podía hacer una terraza, nada, fue un ascenso duro, largo. Todos sabiamos que teniamos que subir.

 

Me encontraba muy bien, tanto mi físico como mi mente y creo que todos estabamos así, con distintos rendimientos pero sabiendo lo que queríamos, convencidos, con buen ánimo. Hoy me doy cuenta que Darío no se podía reponer, todavía, del campamento base. Tenía la voluntad y el resto de su físico, pero la altura seguía pegándole.

 

Armamos el campamento, nos acomodamos. Mate, agua, té, queso, galletas, dulce y a dormir, estábamos cansados.

 

Como comentario es necesario decir la paz que existe en este lugar, hace frío, no hay viento el espectáculo de la luna en toda su inmensidad y mis amigos, como siempre.

 

SABADO 27, DE NOVIEMBRE

 

Dormí relativamente bien, mis pulsaciones controladas y el dejo del dolor de cabeza al levantarme que por suerte siempre desaparece.

Un buen desayuno, charlas, todos en nuestra carpa y la desición de atacar la cumbre desde aquí. Parecía cerca. Yo dudaba. Creo que el hecho de parecer cerca hizo que atacaramos desde este campamento sin hacer otro intermedio.

Analizando, hoy, a pesar del esfuerzo que tuvimos que hacer, fue lo mejor para el Armenio, pues de haber podido subir a otro campamento se iba a sentir peor y creo que al intermedio no iba a llegar.

Mis amigos salieron a caminar y yo me quede descansando y como ya casi cocinero de la expedición hice fideos, los cuales devoramos, no sé si por el apetíto o porque estaban buenos.

 

Luego, siesta y huevo, toda la tarde. Siempre pensar y contemplación. Todo esto se me va metiendo en mi piel, hace que cada vez más, a mi edad, siga formándome y tomando un perfil diferente, el cual al llegar a la ciudad creo que se nota, hasta que vuelvo a adaptarme e integrame al medio, cosa que nunca es totalmente.

 

Chequeamos el equipo para salir al otro día. Me acosté, dormí bien pero tenso y pensaba en el día de mañana. Ir a la cumbre.

 

DOMINGO, 28 DE NOVIEMBRE

 

De madrugada, nos despertamos, desayunamos y a prepararnos para salir. Yo puteando, y ya es un dolor de huevos ponerme las botas dobles, y en particular a la madrugada, apurado y para salir a la cumbre.

 

Cuando nos despertamos, con Claudio nos cruzamos unas miradas, pues Darío estaba pálido. Igual desayunó, se preparó, le costaba mucho, pero igual lo hizo. Se escuchaba a Fernando, “...vamos muchachos...” y a las 6.15 hs pudimos partir.

 

Transcribo, ahora, parte del relato de Fernando, pues es muy claro. Luego agrego algunos comentarios.

 

“...La carpa de al lado también tenía movimiento y nos intercambiábamos opiniones, repasamos todo lo que debíamos llevar, y el firme recordatorio de hidratarnos todo lo que podíamos, nos esperaba una larga jornada.

Los relatos de Darío Bracali, hablan de 8 hs. a la cumbre desde aquí, por eso el apuro de salir cuanto antes. Lo que no decía en verdad absoluta el relato es el terreno con el cual tendríamos que luchar en las próximas horas.

A las 6,15 hs. ya estábamos ajustando detalles fuera de las carpas, el frío se hacía sentir y sabíamos que a la salida del sol sería peor, así como robots nos empezamos a mover.Eran las 6,32 hs., el día era perfecto, no había viento, aclaraba presagiando sol y buenos augurios de cumbre. Sin embargo, apenas diez minutos después de salir noté que Shrek, el armenio,  se movía muy lentamente y con un paso más parecido al de un borracho que al de un andinista. Lo detuve y su cara me lo dijo todo, el mal de altura había hecho estragos en él, no dudé en tomar la decisión de pedirle que se volviera a la carpa y se quedara ahí, hidratándose todo lo que pudiera hasta que volviéramos.

Por un momento nos invadió un profundo silencio mientras se alejaba rumbo a la carpa, pero de inmediato retomamos la marcha, por suerte había sido aquí a poco de salir, arriba esto nos hubiese complicado a todos.

Tres horas después ya estábamos en el Plateau, (6150m), por encima de las Lagunas congeladas que brillaban debajo nuestro como platos de fina porcelana. Una estrecha canaleta con nieve nos hizo ir ganando altura rápidamente hasta salir a un hombro donde otro inmenso plateau une el Pico Chileno con el gran domo de la cumbre principal (6350m). Eduardo y Sibu usaron grampones para atravesarlo, Claudio y yo confiamos en nuestros zapatos y pronto los cuatro nos reuníamos del otro lado. Aquí comenzaría a escribirse otra historia.

Ya eran las 12 hs., no estábamos circulando a una velocidad apropiada, porque a simple vista con lo que se nos avecinaba sería prácticamente imposible alcanzar la cumbre antes de las 15 hs. el tope que nos habíamos fijado. Un campo de más de un km de largo casi plano nos esperaba, regado de rocas del tamaño de un departamento monoambiente, con algunos automóviles estacionados a su alrededor. Patético, los famosos “bulders” de los que habla Bracali en su relato no son más que millones de rocas sueltas, cubiertas entre medio de nieve que no permite suponer que el piso es firme, lo demostró una “metida de pata” mía que terminó con el esfuerzo de los otros tres durante más de veinte minutos para sacarme de ese embrollo. Por más de una hora fuimos trapecistas, equilibristas, saltimbanquis, de piedra en piedra.

Las fuerzas físicas seguían intactas y las mentales creo que después de ésta tortura habían aumentado, así que después de un pequeño descanso iniciamos lo que sería la segunda parte de estos “Bulders”, nada más que ahora la pendiente aumentaba hasta casi los 45°, lo único que no cambiaba era el terreno, a luchar de nuevo, a volver a transformarnos en “Julio Bocas” de altura.

Otra hora más nos llevó alcanzar el gran murallón de piedra lavada que separa este terreno del domo final, pero ya estábamos a 6550m, era un buen presagio, nos separaban apenas 200 metros de la cumbre, pero la tercera y última etapa no sería para nada más fácil que las anteriores.

Milagrosamente, o por olfato o por esas cosas que a veces me han sucedido en la montaña, encontré fácilmente el paso hacia el domo, todavía estoy buscando la famosa puerta y sus columnas de piedra de las que habla Darío en su libro.

Una vez inmerso en este mundo de piedras rojas, de grandes columnas quebradas, y millones de piedras desparramadas por todos lados, con grandes pozos, un laberinto al que debíamos descifrar en pocas horas, el reloj nos estaba jugando una mala pasada.

Me sentía fuerte y avanzaba firme, pero iba dejando atrás a mis compañeros, esto me obligó a periódicamente detenerme y esperar a que aparecieran en ese mundo de rocas, así manteniendo contacto visual seguí tratando de encontrar la tan ansiada cumbre. Eduardo me seguía casi a mi ritmo pero unos veinte minutos atrás, Claudio y Sibu, venían más lentos, fue la constante de ellos,

nunca pudieron variar el ritmo, pero inclaudicables nos seguían. Encontré algunas marcas dejadas no sé si por Darío o por otras de las pocas expediciones que han logrado esta gran montaña.

No se realmente cuanto tiempo pasó, ya no quería mirar más el reloj, solo miraba el cielo, algunas nubes se desarmaban hacia el este y salían por detrás de lo que se suponía era el filo cumbrero. En una de mis detenciones, pude ver que ya no quedaba nada por delante, una gran arista roja se recortaba en el cielo, sentí esa sensación de que todo estaba terminando, que ahí muy cerca estaba la cumbre. Le grité a Eduardo que todo había terminado, que solo nos restaban unos veinte minutos, di media vuelta, no miré el reloj, ya nada me detendría hasta la cumbre, me decía a mi mismo “ el cielo puede esperar “, como casi siempre el buen Dios nos estaba regalando un día excepcional, y no lo desaprovecharíamos.

17,59 hs. muy tarde, pero cumbre al fin, después de trepar esa ultima laja roja, asomé la cabeza y pude ver el horizonte envuelto en nubes hacia el este, un manto blanco como una gran sabana caía hacia la vertiente Argentina, un trozo de bastón roto señalaba la cumbre y no tuve más que caer de rodillas, elevar mi vista al cielo y dar gracias de estar ahí, una vez más en el techo de Los Andes. Rodaron por mis mejillas algunas lágrimas, y en mi corazón estallaron  las voces de mis amores, esos que quedaron allí en el llano, mis hijos, Alejandra y Fernando, Constanza, mis amigos. Tanto esfuerzo había dado frutos. Antes que pudiera tomar algunas fotos, emprendí a gritos hacia el bajo, anunciando a mis compañeros que la cumbre ya era nuestra. No los pude ver ni oir pero sabía que estaban viniendo. Entonces me fui hasta lo que supone una segunda cumbre algo más elevada, los relatos decían que ahí los polacos dejaron sus huellas porque la creyeron más alta. En diez minutos estuve parado en ella dejando embriagar mis retinas de paisajes, todo cuanto me rodeaba estaba por debajo de mis pies, me sentí pleno, deje volar mi alma algunos minutos por ahí, vaya a saber donde fue a parar, cuando bajé la vista descubrí la lata oxidada de “Ovomaltine”, dejada en 1937 por  Víctor Paryski , me temblaron las manos cuando la abrí, allí había un pedazo de historia del montañismo mundial, dentro una tarjeta de Darío Bracali, me emocionó, inmediatamente, la guardé y deje una caja de fósforos, pues era lo único que tenía para dejar. Parecía una eternidad el tiempo transcurrido, pero la realidad me trajo rápidamente a este balcón entre el cielo y la tierra. Volví la cabeza hacia la cumbre principal, no había nadie, entonces emprendí raudo el regreso a ella, pues mis amigos deberían estar llegando en breve.

Otros diez minutos para volver y cuando estaba llegando, asomó la cabeza de Eduardo, mi querido y entrañable amigo de montaña, no tardamos en fundirnos en un abrazo, con palabras entrecortadas, donde nos alcanzamos a decir: “La más dura de todas…” .  Unos minutos más tarde aparecerían Claudio y Sibu, para completar el grupo, y podernos todos juntos abrazarnos en la cumbre. Muy emocionante, muy dura esta montaña, ahora hay que bajar, ningún cerro termina en la cumbre, sino en casa.

Permanecimos contemplando el paisaje y sacando fotos hasta las 19 hs. donde iniciamos el regreso que por la hora no sería nada fácil, la noche seguramente nos atrapará en mitad del descenso.

El descenso fue lento, Claudio abriendo y yo cerrando, había dejado suficientes marcas al subir como para que no tuviésemos problemas en la bajada, sin embargo cuando la tarde comenzaba a caer y queríamos estirarla todo lo que pudiésemos  tratando de aprovechar hasta él último rayo de luz, perdimos la senda y entramos en un mundo de roca y tinieblas más parecido al infierno que a la tierra. Tratamos infructuosamente de encontrar los huecos por donde habíamos subido.

Recurrimos al GPS, pero nos daba una respuesta que no coincidía para nada con mis intuiciones o lo poco que podía reconocer en medio de la oscuridad, terminamos enriscados y discutiendo como saldríamos de allí, pero la armonía en el grupo estaba intacta, solo el frío nos hacia temblar y el cansancio empezaba a minar nuestras fuerzas. Intentamos descansar algo pero el lugar no nos permitía así que fue más fácil volver a subir intentando otra variante, pero antes tendríamos que

soportar la pérdida de la máquina de fotos de Claudio, en un resbalón voló por los aires y se perdió en el vacío tan oscuro como la misma noche.

Desoyendo la posición que nos daba el GPS, recurrimos al sentido común y en un momento estábamos lentamente sorteando el desfiladero rumbo a los benditos “ bulders”.

Después de encontrar en medio de la noche la cámara o lo que quedó de ella, proseguimos ahora ya bajo la luz de la luna, que brillaba inmaculada en el oscuro cielo casi haciendo perder la luz de las estrellas, tratando de ser solo ella, en la inmensidad. Gracias, Diosa Luna, fuiste la mejor compañera que pude y pudimos tener una noche de primavera en medio de la nada.

Tropezón tras tropezón, resbalón tras resbalón fuimos descendiendo, temblando de frío, agotados, casi sin poder hablarnos, pero satisfechos, hinchados de gloria, de esa gloria tan particular que solo la siente quien la vive y es propia de cada uno. Una terraza improvisó un duro y helado sofá, a pesar de todo alcanzamos a descansar y hasta dormir algo, no había reloj, ni tiempo, solo estrellas en el cielo por doquier y un manto de plata rodeándonos gracias a la señora Luna. Ya era cerca de las 3 de la madrugada.

Una hora o tal vez más nos llevó salir de este calvario de piedras, casi no podíamos creerlo cuando apareció el manto blanco del plateau que nos condujo a la canaleta. Aquí nos separamos, Claudio y yo comenzamos a descender sin grampones el ahora helado nevec, solo deteniéndonos como para hasta dormitar unos minutos y luego seguir bajando. La ruta ya estaba clara y nuestro único objetivo era llegar a las carpas, ver como estaba Darío y dormir.

Apareció el segundo nevec y tras este el filo que rodea las lagunas y el coll donde debajo estaban las ansiadas carpas. Manteníamos contacto visual con Eduardo y Sibu, y además periódicamente les hacíamos señales con la única linterna que a esta altura funcionaba. Cruzamos el coll y ya no volveríamos a verles.

Arribamos a las carpas a las 7 hs. del 29 de noviembre, era otro día, el sol nos venía calentando nuestras espaldas entumecidas y cansadas, estábamos escribiendo otra historia de montaña, una grande, distinta, sufrida pero no menos apasionante.

No bien supimos que Darío estaba bien, con mal de altura pero en general bien, caímos rendidos en nuestros sacos de dormir casi sin poder desvestirnos...”

 

Cuando ví a Darío caminar con dificultad y luego verlo regresar a la carpa me producía una sensación extraña que hoy no puedo explicar. Estaba mal, pálido, su mochila desalineada y lo que le costaba caminar, la altura le había pegado mal.

 

Me sentía bien, con fuerzas y tranquilo, salvo cuando caminaba en el hielo, hasta que me acostumbraba y escuchaba las enseñanzas de Eduardo, experto caminante de hielos.

 

Eduardo D´Angelo siempre tiene malestares las noches previas a la cumbre. El año pasado lo mismo y luego cuando salimos, se transforma, sube y sube, camina a su ritmo, constante y rápido.

 

Fernando, siempre adelante, con un estado físico, una aclimatación envidialbe y mucha determinación.

 

Claudio y yo, a nuestro ritmo, bien, constantes y siempre subiendo.

 

Fue una subida muy dura, durísima, no dejamos de trepar piedras gigantes y cuando creíamos que habíamos terminado, aparecía otra barrera de piedras y así constantemente. En ningún momento se nos ocurrio replantearnos de volver, seguiamos avanzando, saltando, trepando, haciendo equilibrio y teniendo mucho cuidado donde pisábamos, pués la nieve entre las piedras no era confiable, un pie pisaba firme y el otro se enterraba casi hasta la cintura, por suerte ninguno de nosotros se lastimó, tuvimos algunas dificultades, pero todos bien, sino hubiésemos tenido serios problemas.

 

De abajo, a la cumbre la veíamos allí, pero en realidad estaba allá. La pendiente no nos dejaba verla, de ahí que la subida y el grado de dificultad fue cada vez mayor, los bulders y la fuerte pendiente.

 

Siempre me sentí bien, fuerte, seguro y creo que todos estabamos así, sino no hubiesemos podido hacer lo que hicimos e independientemente de la aclimatación y el estado físico, lo importante fue la cabeza y la confianza en nosotros mismos.

 

La última trepada, agarrandome con las manos de las últimas piedras. En la cumbre estaban mis amigos y llego y los veo y me abrazo con ellos y las felicitaciones y las lágrimas y el paisaje, magnifico e impresionante, todo, para la vista, los recuerdos y el espíritu. Hoy se me pone la piel de gallina, la soledad, nosotros solos en esa inmensidad, los únicos, ahí arriba y por puro placer. El paisaje hacia Argentina, un lecho blanco, casi infinito, extenso y en el fondo, lejano, muy lejano, un cordón de montañas donde alguno de los picos que vemos es el Pissis, no pudimos distinguir cual es.

 

Ya van dos años que estoy en esta parte de la Cordillera de los Andes, soy un privilegiado. Va por la montaña, va por mis amigos, por la vida y por el Barbudo.

 

Las fotos de recuerdo, dejar un ziploc con nuestros nombres enterrado al lado del bastón que indica la cumbre. Las fotos con banderas y camisetas que son para los que nos ayudan a poder hacer estas salidas y en mi caso con la camiseta de la empresa donde trabajo, LG, pués me permiten vacaciones atrasadas, presentes y futuras. Gracias por entender lo que hago, la aventura y los desafíos.

 

A las 19.00 hs iniciamos el descenso, tarde, muy tarde y gracias que nos acompaño la Luna, creo que nos cuidó. Si el ascenso fue difícil y duro, el regreso fue igual ó más y de noche. A la mierda el GPS, puro instinto y ubicación como bien dice Fernando.

 

Para bajar a veces bajaba de culo sobre las piedras y agarrandome con todo, por suerte las consecuencias las pagó el pantalón “Lando”, consumi toda la tela antidesgarro que protege al polar.

Vivaqueamos por sobre la cota de 6000 mts., yo dormí un rato, muy poco, pero ese descanso nos permitió seguir, hacía mucho frío, de las linternas solo seguían funcionando dos. Me costaba maniobrar con guantes de duvet, así que los dejé, soportando un poco el frío, pero más seguro. Nos comenzamos a separar, Claudio y Fer más adelante y Eduardo y yo mas atrás. Siempre teníamos contacto visual hasta que dejamos de tenerlo en un filo, ya era el amanecer.

Nos equivocamos de bajada, cosa que no era tan así, habíamos bajado bien pero al pasar por un coll y las “lagunas congeladas”, había otro coll que debíamos atravezar y no lo hicimos, luego de esto estaba el campamento.

 

Que hacemos?, yo no estaba perdido, pero dudaba, escuchaba a Eduardo, pués tiene mas experiencia que yo. Decidimos regresar al lugar donde fue la última vez que nos vimos y el regresar era volver a subir. Ascender nuevamente.

El sol pegaba duro, no teníamos agua y estábamos cansados, ya llevabamos 24.00 hs caminando y por sobre la cota de 6000 mts.. Metíamos nieve en una botella de plastico que llevaba Eduardo en la cumbrera de su mochila, se hablandaba un poco y la chupabamos, nos refrescaba y cada vez que hacía esto me daba cuenta que necesitaba agua. Cansados y esperando ver que pasaba nos acostamos a descansar al sol, Eduardo se durmió y yo dormitaba de a ratos. Luego iniciamos la marcha nuevamente, tocaba el silbato y nada, el viento iva en dirección contraria a donde debía ir.

Realmente ascender nuevamente fue duro y creo no tanto para mi físico sino para mi mente. Pero seguía sitiendome bien.

Había tomado la determinación que si pasabamos las 14.00 hs sin encontrarnos con Claudio y Fernando y no ver el campamento y luego de explicarle a mi amigo donde estábamos y hacia donde debíamos ir, ibamos a partir hacia ese rumbo. Se veía el Salar de Maricunga, la ruta de vehículos estaba para ese lado, las lagunas congeladas estaban ahí y en el medio de todo eso debía estar nuestro campamento.

Llegamos al lugar de donde habíamos comenzado a bajar y había dos acarreos que descendian, uno el que nos perdimos, en consecuencia ahora tomamos el otro. Los dos iban hacia el norte. Luego de bajar, los dos llegan casi al mismo lugar, en consecuencia seguimos descendiendo, hasta que, y no me acuerdo, abajo aparecen Claudio y Fernando que nos hacían señas. Ellos habían salido del campamento en nuestra búsqueda, por suerte no tuvieron que subir mucho, ellos también estaban cansados. Ya eran casi las 12.00 hs del día 29.

 

LUNES, 29 DE NOVIEMBRE

 

Nos encontramos, con una gran alegría, ellos estaban muy preocupados, tenían miedo que nos haya pasado algo, que estubiesemos mal.

Nos tiramos sobre el suelo de arena volcanica a charlar y fundamentalmente a hidratarnos, ya orinabamos color zanahoria, denso, y a pesar de hidratarnos bien para que el color se normalice, pasaron uno ó dos días.

 

Tirados ahí disfrutando del encuentro y hablando de lo duro de la ascención, cumbre, descenso y desencuentro, se decidió levantar el campamento, ir al base y de ahí al Puesto de Maricunga para estar de noche en Tinogasta. Teníamos ganas de irnos del cerro y por otro lado el Armenio, Darío, seguía afectado por la altura.

Yo pensé que nos iba a estar esperando con unos mates, pero el “culeao” estaba hecho “bosta”. Seguía pálido, el día que regresó al campamento en lugar de hidratarse, durmió y casi no se alimento.

 

Cuando llegamos a la carpa nos abrazamos y mi amigo lloraba, pues estaba muy angustiado pensando en D´Angelo y yo, y en nuestras familias. Pensaba que al no llegar estábamos mal y por su cabeza se cruzaron unos “putos” pensamientos.

 

Desarmamos el campamento y a eso de las 13.00 hs comenzamos un lento descenso hasta la “Toyota”. Adelante iban D’Angelo y Claudio y mucho mas atrás Darío, Fernando y yo. Darío estaba mal, caminaba mal, se le doblaban las piernas, no tenía fuerzas, se caía. Fernando decide adelantarse para ir a buscar la caminoneta y tratar de subir lo mas que pueda y yo con el Armenio trataría de descender a lo más bajo posible.

 

Darío estaba lúcido, así que aproveché a “buscarle la lengua”, pués lo hacia hablar un poco en los descansos y le exigía que se concentrara cuando caminábamos, que pensara en como debía pisar, etc, intentaba marcarle un ritmo de marcha.

Con el Armenio, amigo “vital”,vimos la camioneta, a Fer y a Eduardo que nos salió al encuentro y le cargó la mochila a Darío hasta la camioneta. El Armenio se negaba, je, je,je. Descendimos hasta donde estaba el campamento y Claudio nos esperaba con una “picada”, destapamos la champagne y el Armenio revivió.

 

Partimos hacia el puesto fronterizo. Llegamos tarde, cerraba a las 19.00 hs. Nos permitieron “acampar” en el hall del puesto, otra “picada – cena” acompañada de vino y de postre, el lemónchelo D’angelo y a dormir con las bolsas sobre los sillones. Caí desmayado, dormí en un colchón de nuves, pues fue uno de los mejores y profundos sueños que he tenido.

Tinogasta tenía que esperar, y visto desde hoy 17-01-05, mejor así, pues el camino era peligroso y nosotros estábamos muy cansados, fundamentalmente por Fernando que tenía que manejar.

 

Casualidad?... ese día nos dimos cuenta que también un 28 de noviembre, pero del 2003 habiamos hecho cumbre en el Pissis.

 

MARTES, 30 DE NOVIEMBRE

 

Desayuno con pancitos caseros, calentitos, que nos acercó un cocinero chileno de ese lugar y luego de los trámites salimos hacia Tinogasta. Disfrutaba mas el paisaje, trataba  de grabarlo profundamente en mi interior y ver el Tres Cruces y lo que habíamos hecho.

 

Pasamos por el puesto de Gendarmería, nos despedimos y seguimos camino. Llegamos al medio día, tarde, almorzamos en un boliche en la esquina de la plaza y mucha cerveza. Luego a bañarnos en el canal de riego que pasa por el costado de la calle de la casa del Molino Knes. Fue una asignatura que teníamos, el año anterior nos fuimos muy rápido y mirábamos como corría el agua y chicos bañandose. Ahora nos tocó a nosotros, nos divertimos muchísimo y nos masajeábamos en la caída de agua y “.......cuidado Darío que es profundo y hay mucha correntada...”, ver como se metía con sumo cuidado, descolgandose de las paredes del canal haciendo una fuerza tremenda para no largarse de golpe y el agua le llega a las rodillas, todo un show y por supuesto nadie se reía, je, je, je.

Cerramos el día con un tremendo asado acompañado de vino y luego sentarnos debajo de los olivares a ver el cielo, varios, y me incluyo, con la lengua “hinchada”. Luego, la lucha para llegar a nuestras camas y caer dormidos.

La mente en blanco, la lengua ancha, mis amigos y creo que casi feliz.

 

MIERCOLES, 1 DE DICIEMBRE

 

Aquí vuelvo a transcribir parte del relato de Fernando “...Desde que venimos al Norte, prácticamente nunca hemos podido quedarnos a ver otras cosas que sus montañas, por eso en esta oportunidad nos tomamos este día para conocer y recorrer este hermoso paraje que hace tanto tiempo nos recibe de brazos abiertos.

La mañana presagiaba un día de calor, más la resaca que nos acompañaba. Fuimos uno a uno saliendo de nuestras habitaciones y pronto salimos con destino al norte, a recorrer la ruta del “adobe” y Fiambalá, para conocer sus famosas aguas termales.

El Puesto, Anillaco, y su Mayorazgo, con su capilla intacta como si el tiempo no hubiese existido en este lugar. Un cartel dicta una breve historia del lugar, me asusta ver que esto está en pie desde 1712, lástima que salvo la capilla el resto se esta derruyendo con el paso del implacable viento del lugar.

Un punto aparte fueron las dos horas que pasamos en las termas de Fiambalá, casi como en el canal el día anterior, eso si, cuando salimos estábamos tan relajados que prácticamente no hablamos en el viaje de vuelta al Retiro.

Otra cena cerró definitivamente los festejos del logro, hubo tanta comida como vino, y tanto de ambas como insectos en el lugar, o estrellas en el cielo...” .

 

La cena fue pizza a la parrilla, previa introducción con salames, quesos, aceitunas, etc y nuevamente vino, pero esta vez a las botellas se sumo una damajuana que nos trajo Don Cuello, conocido de D’Angelo. Como era previsible, no quedó nada, ni pizza ni vino; y nuevamente dormitarse debajo de los olivares e ir a dormir, pero esta vez con la lengua color oscuro, teñida por el vino Cuello y ni acordarse de como se llega a la cama.

Puros festejos.

Impresionante, los sacrificios que uno tiene que hacer.

 

Anécdota: D´Angelo, en la cena, sentados él y Darío en el ancho umbral de una ventana que auspiciaba como banco y mientras cenabamos:

“Darío me ayudas a correr el banco” y Darío intentaba y amagaba correrlo.......era la pared, nose cuantas veces ocurrió esto.

 

JUEVES, 2 DE DICIEMBRE

 

El regreso. Todos en silencio, metidos en nuestros sentimientos y pensamientos. Ya en los recuerdos de todo lo que pasamos.

 

Pensaba si volveré a Tinogasta, la Casa del Molino, el viejo Pablo y sabiendo que hasta fin de año no voy a tener mas salidas y ver como automotivarme para seguir entrenandome y con la cabeza puesta en la futura expedición. Ya van dos años seguidos con Claudio, Eduardo y Fernando y a pesar de la distancia siempre están cerca mio y  al “vital” Armenio lo tengo en Bs. As.

 

SINTESIS DE LA EXPEDICION

 

21-11-04         Mendoza – Tinogasta   9.30 hs – 18.30 hs

22-11-04         Tinogasta – Las Grutas

23-11-04                 Las Grutas ( 4020 mts)

24-11-04                 Las Grutas

25-11-04                 Las Grutas – Maricunga – Campo base (5100 mts)

26-11-04                 Campo base – Campo 1  (5765 mts)

27-11-04                 Campo 1

28-11-04                 Campo 1 – Cumbre ( 6749 mts) – Aprox. 18.45 hs

29-11-04                 Cumbre – Campo 1 – Campo Base – Maricunga

30-11-04                 Marincunga – Tinogasta – Asado

01-12-04                 Tinogasta – Termas Fiambala – Pizza

02-12-04         Tinogasta – Mendoza              10.40 hs – 19.35 hs

 

 

19 de enero, termino el borrador de este relato.

 

Mi padre sigue muy enfermo y sin alternativas, solo esperando, pero sigue teniendo proyectos y se que no los va a poder concretar, duele.

Yo resignado, tratando y entendiendo la vida “filosóficamente”, gracias Eduardo D´Angelo. Gracias Fernando por ayudarme a no “...dejar nada sin decir...”, gracias Jaime Olivera, que desde tan lejos me has aconsejado lo mismo y a Guillermo por estar ahí.

 

“...Viejo, te quiero y comenzé a enterderte después de mis cuarenta años, tal vez no compartiendo algunas cosas ni actitudes y no las he compartido, pero te comprendo.......y no digas nada, no es necesario que me aclares cosas.......pero igual te escucho........

Viejo, esta todo bien............”

 

Hoy las cosas me estan pasando por otro lado.

 

Agradezco profundamente a Hilda, por lo que es y hace sin  tener ninguna obligación.

 

Espero y hasta la proxima aventura.

 

No enterrar los sueños.

Vivir

Mis amigos

Mis hijos

 

 

Eduardo Roque Sibulosky

26-01-05

 

Hoy, 26 de enero de 2005, me encuentro en mi computadora pasando este relato y decido incorporar reflexiones que no se si son valederas pero a mí me sirven, porque se dan circunstancias. Es necesario decirme que difícil es lograr las no contradiciones, a veces  lo que creo parece derrumbarse con hechos que hacen pensar si no estoy equivocado, por suerte luego me doy cuenta que no.......y pienso.........y siento.

La vida nos va dando constantemente sorpresas, creo que no enterrar los sueños junto con no perder la capacidad de asombro, más reirse de uno mismo y las circunstancias deben ser tres de las cosas mas importantes que no se deben olvidar, que no debo olvidar. Por suerte con Fernando creemos profundamente en la vida, que hay que vivirla intensamente y reirse. Es lo que hicimos, juntos, a través de un teléfono, para luego quedarme reflexionando de cómo se van dando las cosas, pero bueno, esa es otra historia. Lo importante es seguir compartiendo cosas, je, je, je,je,....

Mi amigo va camino a superarse, ya se está poniendo bien.

Del tiempo he aprendido que cura, con el sufrimiento y la angustia, también, seguimos creciendo y creo que nada nos pasa por casualidad. Creo y sigo apostando a la sinceridad y honestidad. 

 

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