El campo no está tan lejos

 

AUTOR: Patricio Arbelo

LUGAR: Marcos Paz
PROVINCIA/PAIS:
Buenos Aires, Argentina
FECHA:
Octubre 2008

 

El sábado estuve nuevamente por los pagos de Marcos Paz, una caminata larga pero hermosa por vías levantadas, caminos vecinales, bifes a la parrilla, tormenta y un dedazo de 6km que nos ayudó cuando veníamos decayendo. Fui con Luis y Claudio, el primero un amigo y el segundo compañero de trabajo conocedor de la zona.

Les paso el relato, es un poco largo, pero le agregué indicaciones para los futuros caminantes.

Itinerario:

Marcos Paz - Villars - Plomer - Elías Romero - Marcos Paz

A Marcos Paz llegamos a las 8.30 en el tren Sarmiento que sale de Merlo a las 7.55. Hay que madrugar, si, el tren en Flores para combinar me lo tomé a las 6.50 para estar seguro.

Dado que Claudio, el responsable del mate del equipo se olvidó la bombilla (lo ideal para amenizar el viaje es hacer el desayuno móvil en el tren entre Merlo y Marcos Paz) tuvo -el, por supuesto- que comprar una en un negocito de la zona y luego si encaramos el camino; desde la estación de Marcos Paz caminamos unos 2 o 3 km por la calle paralela a las vías en sentido a Las Heras (o sea como si siguiéramos arriba del tren en que vinimos) hasta encontrarnos con el Puente Pajarito por el que el ex tren Belgrano cruzaba al Sarmiento; ahí subimos al terraplén y agarramos las vías abandonadas (sin cruzar el puente, o sea cruzar lo cruzamos para conocer, pero la caminata es para el otro lado).

Caminar por vías abandonadas es una sensación agradable (lo más parecido a una picada de llanura) pero melancólica, y si vieron la película de Pino Solanas más todavía.

Mientras la ciudad iba quedando atrás y los criaderos de pollos aparecían la mañana estaba muy linda y luego de unos 30 minutos de caminata decidimos hacer la primera parada para matear bajo un árbol, sobre el terraplén mirando unas vacas lecheras que pastaban mansamente (lo de lecheras lo digo porque así lo mencionó Luis, que además de mi amigo es veterinario, por lo que le creo, además que la zona era de vascos tamberos). Seguimos caminando y pasamos por donde estaba el apeadero del km 53, hoy cubierto por una galería de árboles muy linda; cruzamos luego el arroyo El Martillo, tuvimos la suerte de ver una liebre carreteando, pasamos un camino vecinal y luego por debajo de la ruta 6, ya en la entrada de Villars a eso de las 12 del mediodía.

El día estaba soleado, con un calorcito llevadero y qué mejor que una cerveza fresca para sentirnos en la gloria; el almacén de Villars tiene una heladera con la temperatura ideal, mejor no sigo porque se me hace agua la boca. Al día siguiente Luis se la describía a otro de mis amigos de una manera impecable: "viste cuando te tomás una cerveza y parece que no te la tomaste?, era así".

Visitamos la estación de Villars y pasamos por la panadería antes de seguir por un camino vecinal unos 12 o 13 km hasta Plomer; el día se estaba empezando a poner pesado, encima el camino es una recta larga de tosca de unos 8 km que por la mitad cruza el arroyo Durazno Chico (chico en serio por ahí) y luego una curva con contracurva; luego nos dimos cuenta que podíamos haber ahorrado 3 km de caminata si seguíamos de largo.

Las nubes empezaron a cubrir todo cuando llegamos a las otras vías del Belgrano a la entrada de Plomer, ese es el punto más lejano de Marcos Paz, ahí se empieza a cerrar la vuelta, debiendo tomar las vías hacia la derecha, al noreste.

Estas vías no están abiertas como las otras, hay incluso un cartel que dice no pasar medio borroso. A uno no le queda claro si tienen derecho a ocupar esa franja de tierra o simplemente se hacen los vivos y la quieren usufructuar en exclusividad. Así que ante la duda cruzamos el alambrado, previo "permiso moral" que nos dio un paisano que salía con una chata del campo en cuestión.

La clave es hacer preguntas que induzcan la respuesta: NO preguntar tímidamente "¿se puede ir por las vías hasta Elías Romero?" sino en tono de conocedor "¿cómo están las vías para ir hasta Elías Romero?", el tipo pone cara de extrañado "¿Hasta Elíiias Romero?" (con el acento en la i remarcado, como denotando sorpresa) y responde "...y si, bien supongo".

Avanzamos, era un alambrado sencillo sin púas, pero por prudencia decidimos seguir un ratito hasta alejarnos de la casa para buscar un sitio donde hacer el fuego para nuestros bifes que se venían descongelando en mi mochila. Un poco de incertidumbre tenía; más allá de las bromas sobre escopetazos a recibir el problema que me preocupaba era que las próximas alambradas vengan más complicadas para cruzarlas y tener que pegar la vuelta ya unos 15/20 km hasta Villars.

Seguimos avanzando y nos cruzamos con el camino que habíamos hecho desde Villars, volvimos a subir a las vías pasando un alambrado debilucho. El terraplén ya está bastante cubierto de plantas y yuyos, se puede pasar sin problemas igual, y los cuises iban corriendo atravesando las vías. Buscamos leña de los espinillos, despejamos un poco el piso y prendimos el fuego mientras el cielo se iba poniendo jodido.

Eran las 2 y media de la tarde, cayeron dos gotitas nada más, así que descorchamos el Vasco Viejo, lo bajamos un poco con el agua fresca que se descongelaba de la botella que llevábamos y tiramos a la parrilla unos bifecitos de chorizo y de cuadril que me salieron modestia aparte muy buenos.

Estar con unos amigos, comerse unos bifes (a la leña ja!) ayudados con el pan, con un vinito, en medio del campo, al costado de una vía abandonada es de lo mejor de estas salidas. Les sugiero y los intimo a que lo hagan.

Apagamos el fuego y levantamos la basura como corresponde y seguimos camino hacia Elías Romero, pasamos un par de alambradas, cruzamos nuevamente al arroyo Durazno Chico ya más caudaloso y la ruta 6, otro camino vecinal junto a la escuela 11 de Marcos Paz, todo por las vías con un poco de lluvia que se prendía de a ratos hasta el camino siguiente en donde salimos y seguimos por el camino rumbo SO (a la derecha) y luego de unos 200 mts a la izquierda (NE), pasamos por la chozita (sic) de angelica, una casa abandonada y seguimos pateando mientras la tormenta se venía fulera pero muy linda para ver; nos pasó por arriba casi sin largar agua.

Al rato apareció un camión destartalado que llevaba chatarra que estimo hasta los chatarreros decentes despreciarían; pero piloteado por un macanudo que nos levantó cuando le hice dedo y nos ahorró una hora de caminata (ya habíamos hecho 30 km y las piernas se quejaban un poco); pasamos por el famoso Elías Romero, que deben ser dos casas que casi ni miramos por nuestro estado y enfilamos para Marcos Paz, a donde llegamos a eso de las 19.20; casi once horas y unos 43 km después de nuestra partida. Unos mates hasta que llegue el tren y taza taza. Cansados pero muy felices y satisfechos.

Si llegaron hasta acá les agradezco la paciencia, no sé si disfrutaron del relato, lo que sí espero que les haya sido útil y les interese como alternativa para caminar un día por el campo sin alejarse demasiado de Buenos Aires.

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