Trekking por la Quebrada de Ishinca
y ascenso al C° Urus
AUTOR: Alicia Anschau
LUGAR: Parque Nacional Huascarán.
PROVINCIA/PAIS: PERÚ
FECHA: Julio de 2001
Pasé los primeros días conociendo la ciudad, tratando de conectarme con gente de montaña, ya que a esta altura del viaje, me faltaba una compañera (Ro se había vuelto desde Cuzco, unos 20 días atrás).
Recorriendo la Avenida Luzuriaga, me topé con quien sería mi compañero de cordada durante las próximas semanas. Alex, un escalador peruano. Con él, después de desoxidarme un poco en los bloques de Wanchaq y en las paredes de Monterrey, encaramos hacia la quebrada de Ishinca, el 9 de julio.
A las 8,30 salimos de Huaraz, en una camioneta que nos dejaría, después de 2 horas, en Collón, un poblado con 3 o 4 casitas, desde donde se accede al Parque Nacional Huascarán.
La
caminata por la quebrada es preciosa, no demasiada exigente, al principio por
una cornisa bastante amplia, y la quebrada no demasiado profunda, bastante
abierta. De a poco el paisaje se va transformando, la vegetación se hace más
frondosa, y durante casi 2 horas, atravesamos un bosque de tabaquillo (o al
menos me pareció, ya que los árboles eran iguales a los de Quebrada del
Condorito, en Córdoba).
Cuando salimos de este bosque, se abre ante nosotros un abra, y se comienzan a ver los nevados. Ya estamos llegando.
Una hora
después, empiezan a verse algunas carpas, y tras una curva, aparece ante mis
ojos el Campamento Base.
Emoción. Cuando hicimos con Ro, el Cº El Burro, o después el Cº Montura, en Mendoza, no viví la experiencia de encontrarme en un verdadero campamento base, porque son montañas muy poco concurridas visitadas principalmente por los escaladores locales. Aquí me encontré con infinidad de expediciones, con todo el despliegue de equipo y materiales que me imaginaba.
Armamos
la carpa y empezamos a recorrer. Lo primero que hice fue ir a ver el Refugio.
Humito en la chimenea. Eso me cautivó porque estaba empezando a sentir el
frío. Volví al campamento, ya la noche estaba asomando, me tome un chocolate
caliente ... y me metí en la carpa a descansar.
A la mañana siguiente, lo primero que hicimos fue irnos con todo el equipo de roca a ver una pared de unos 70 metros. Mi primera PARED! tanta verticalidad se veía imponente. Para poder llegar al primer clavo hay que hacer en libre unos 5 metros, pero el piso tiene una pendiente muy pronunciada, por lo que al hacer dos pasos siguiendo la fisura, ya se están a unos 6 o 7 metros, y una caída desde ahí terminaría en una rodada directo al arroyo ... nada simpático ... me temblaban las rodillas! Mejor lo dejamos para otro día!
Nos fuimos en busca que algún lugar donde poder practicar algo de técnica y manejo de cuerdas, y encontramos una roca que se adecuaba perfectamente a nuestras necesidades, y ahí pusimos manos a la obra. Practicamos con los descuelgues, y después Alex me enseñó una técnica de autorrescate o ascenso con cuerdas fijas, usando Prusik.
Así
pasamos un buen rato ... al principio enredándome con los nudos, después le
tomé la mano, y empecé a jugar con mi equilibrio para ascender por las
cuerdas.
Cuando bajamos al campamento nos encontramos con el resto de nuestro equipo (Joaquin y Lironne) recién llegados de Huaraz. Entre mates y charlas, y después perder la cuenta de las estrellas fugaces, nos fuimos a dormir. El siguiente día lo dedicamos a seguir jugueteando con la roca.
El jueves 12, el día empezó tempranito. A las 3am empezamos a subir por el pedrero. Por el maldito pedrero. Fue interminable. La luna, casi llena, iluminaba todo el camino, y me hacía conciente de lo mucho que faltaba para llegar. Después de 4 eternas horas (de verdad que fueron largas) pude pisar la nieve y encontrarle el sentido al uso de botas dobles (sí ... cometí el error de calzarlas desde el campamento!!!) ... a partir de ahí el ascenso fue, si bien agotador, mas llevadero, tal vez la novedad de caminar con crampones por primera vez en mi vida, o por saber que la cumbre estaba cerca ... no sé ... solo sé que a las 10, 45 al fin, pisé los 5495 metros de la cumbre del Cº Urus (rebautizado fuckin' Urus), mi primer cumbre peruana.
El descenso fue divertido en el tramo helado, ya que lo hicimos a pleno culipatín, teniendo que frenarnos con la piqueta de tanto en tanto.
Los siguientes 3 días los pasé disfrutando de la magia de la quebrada, atardeceres mágicos y ardientes, noches plenos de estrellas fugaces ... y días a full en la pared de roca (y sí ... la pared fue finalmente mía!!!)
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